Hace tres años me trajeron desde Bélgica entre otros exóticos dos parejas de diamantes papagayo mutación verdemar. Nunca los había visto en persona, lo único que conocía de ellos era por los libros e internet. Llegaron mal de pluma pero bien de salud y vitalidad que es lo más importante en estos casos. Después de una buena adaptación a su nuevo hogar y una aclimatación sin mayores problemas, los preparé para la cría.
Por lo que había leído, eran unos pájaros muy vivarachos y así eran, pero me sorprendía que los teóricos machos no fueran agresivos o por lo menos un poco beligerantes con sus hembras. Siempre estaban en grupo, se llevaban muy bien entre los cuatro y con los demás habitantes del aviario. Actuaban como si fueran todas hembras y así fué, para mi desgracia la ley de murphy se confirmó al cien por cien.
Perdí el primer año para intentar la cría con estos estupendos pájaros, pero mis hembras ganaron un año de experiencia ya que hicieron sus nidos (dejaban mucho que desear porque es el macho quien suele hacerlos), pusieron sus huevos y los incubaron sin problemas. Estuve tentado en ponerles huevos de otras especies para comprobar si los sacaban adelante pero preferí esperar un año más.
Al segundo año me hice con dos machos clásicos, y después de su correspondiente aclimatación los puse a criar con dos de las cuatro hembras verdemar. Los coloqué en una jaula de metro dividida por la mitad una a cada lado. Les puse su correspondiente nido cerrado tipo periquitos con abundante pelo de coco y yute. Hicieron un nido precioso, lleno de material hasta arriba y suponía que de un momento a otro pondrían los huevos. Tenían su pasta de cría, sus tenebrios, germinados, vitaminas AD3E....pero nada. Ninguna de las dos hembras ponían huevos hasta que me encontré los nidos desechos, se ve que las hembras no estaban muy a gusto con la situación. Les volvía poner material para la construcción del nido y ocurrió lo mismo, un nido perfecto y al cabo de poco tiempo deshecho. Así estuve un opar de meses hasta que me cansé, no encontraba la solución y me di por vencido. Solté las dos parejas otra vez en la voladera con las otras dos hembras y los demás exóticos y que hicieran lo que quisieran.
Tenía nidos de todo tipo por todas partes, unos usados por los otros exóticos y otros vacíos. Tenían su mixtura normal, pasta de cría y poco más la verdad. Este tipo de cría en voladera es un poco despropósito, no puedes hacer un seguimiento correcto además de juntarse como quieren pero resultó efectivo. A los pocos días tenían dos nidos hechos, escogieron dos de madera tipo cerrado a media altura, a un metro y medio del suelo más o menos y ante mi asombro poco después pusieron los huevos. Eran unos huevos grandes y bonitos, de buen color, se notaban que eran buenos pero realmente no lo pude comprobar hasta que nacieron ya que no quise molestarles lo más mínimo. Hicieron dos tríos de dos hembras y un macho, incubaban sólo las hembras y a la vez pero muy bien, incluso al entrar yo a la voladera no se retiraban del nido a no ser que me acercara en exceso. Al ser dos hembras por nido, había un exceso de huevos, como no me fíaba de que al nacer los pichones los alimentaran correctamente, cogí cuatro huevos para echarlos a una pareja de mandarines. Eran un macho clásico y una hembra phaeo que en la puesta anterior habían sacado perfectamente seis pichones suyos.
A los quince días empezaron a nacer los pichones en los tres nidos, en uno de cría natural se murieron al segundo día, señal de que no los alimentaron. En el otro nido de cría natural nacieron dos (foto 5) y pasaron los primeros días críticos de vida sin aparentes problemas, lo mismo que en los dos pichones que sacaban las nodrizas. Estos últimos salieron perfectos hasta su destete como se puede apreciar en las fotos 1, 2, 3, 4. En cambio la cría natural fue mas problemática como cabía esperar, uno de los pichones murió a los seis o siete días y temía por el que quedaba. Fueron pasando lo días y seguía vivo, no los molestaba para nada, ni me acercaba ni siquiera lo anillé por miedo a que lo aburrieran....
A los 24 días salió del nido, ahora era mi momento para poder verlo bien. Me di cuenta enseguida de que algo no iba bien, le veía algo raro en un ojo, lo cogí con mucho sigilo y pude comprobar que le faltaba un ojo, el izquierdo (fotos 6 y 7). Se me cayó el mundo encima, me llevé una gran desilusión pero a la larga y al ver que salía adelante, pedía comida a sus padres como el que más y hacía vida normal, me tranquilicé.
Ya ha pasado prácticamente un año de aquello, es un macho precioso, tuerto pero en perfecto estado de salud y hace vida normal como los demás. Lo que ocurrió son gages del oficio, es lo que tiene la cría natural en estas especies difíciles de criar. Este año voy a hacer lo mismo, los dejaré a su libre albedrío en la voladera, tienen un año más de experiencia y confío en que me saquen algún que otro pichón pero que esta vez esté completo..... a ver si hay segunda parte en este artículo.