Las frutas constituyen uno de los alimentos más sanos para el organismo. La función de las frutas es similar a la de las verduras, puesto que actúan como alimentos reguladores y proporcionan a la dieta minerales y vitaminas, principalmente vitaminas A y C y fibra.
Las frutas contienen agua en un porcentaje que oscila entre el 80 y el 90 % de su peso. Son ricas en azúcares del tipo de la sacarosa, la glucosa y la fructosa, pero su contenido calórico es bajo.
La importancia nutritiva de los cítricos (naranja, limón, mandarina y pomelo) es su alto contenido en vitamina C. Los melocotones, los albaricoques, las ciruelas, las cerezas, las frambuesas, el melón, las fresas y las mandarinas son muy ricos en vitamina A y los nísperos son muy ricos en betacarotenos (precursor de la vitamina A). Las uvas son ricas en azúcares, aminoácidos, vitaminas, sales minerales y ácidos. Los higos frescos tienen un elevado contenido calórico.
Las frutas tropicales (los plátanos, los melones, las sandías, las piñas, las chirimoyas, los kiwis, las guayabas y las papayas) contienen casi todas, una mayor proporción de azúcares y vitaminas que las cultivadas en climas templados por su menor contenido en agua. Los plátanos, fruta energética por excelencia, son fuente de vitamina C, caroteno, riboflavina, ciertas vitaminas del grupo B y minerales, sobre todo fósforo y hierro. Su gran poder saciante recomienda un uso prudente en dietas hipocalóricas.
Las frutas silvestres (grosellas, moras, frambuesas, arándanos y granadas) son muy ricas en vitamina E y los membrillos, que por ser agrios y ácidos para consumirlos frescos suelen prepararse cocidos, aportan diversos minerales y, sobre todo, mucílago, fibra soluble.
Si se puede elegir, es preferible consumir la fruta de estación.